La regulación de tóxicos en Europa se tambalea

14 Dic 2015
Estudio "A roadmap to revitalise REACH".

Estudio «A roadmap to revitalise REACH».

Un reciente estudio del Bureau Europeo de Medio Ambiente (EEB) titulado “Una hoja de ruta para revitalizar REACH” avisa de la necesidad de reforzar este Reglamento de sustancias químicas peligrosas si queremos un entorno libre de tóxicos.

El objetivo último del Reglamento REACH es eliminar las sustancias químicas más peligrosas del mercado y por tanto, de nuestro entorno. Su proceso es sencillo sobre el papel: las empresas sólo pueden comercializar sustancias químicas preocupantes con una autorización, que reciben después de probar que el riesgo del uso de la sustancia está controlado, que las ventajas socio-económicas compensan los riesgos y que no existen alternativas más seguras a su producto. Y esta prueba corre a cargo de la empresa que quiera poner la sustancia en el entorno.

El proceso del REACH, debilitado

El estudio de EBB denuncia una pérdida en el sentido último del REACH, ya que la Comisión y la Agencia Europea de Sustancias Químicas, encargadas de otorgar las autorizaciones, están aceptando todas las solicitudes enviadas por la industria «por defecto», con lo que han comercializado sustancias tóxicas incluso cuando hay alternativas más seguras. Un ejemplo alarmante es la posible autorización a una empresa canadiense a la venta de pintura con plomo y cromo, ambas sustancias cancerígenas prohibidas en Europa desde 2011. Así lo denuncia Dolores Romano, co-autora del informe y responsable de políticas de sustancias químicas de Ecologistas en Acción en una nota de prensa publicada hoy.

También denuncia que los Estados Miembro están faltando a su responsabilidad de crear una lista de sustancias preocupantes para las cuales sea necesaria una autorización. Así, desde la aprobación del Reglamento en 2006, sólo han propuesto 163 sustancias para la lista, de un total de 3.950 sustancias cancerígenas, mutágenas y/o tóxicas para la reproducción que hay en el mercado.

En cuanto a España, el estudio de EEB muestra su escasa contribución al proceso REACH, ya que sólo ha presentado a la lista de sustancias preocupantes una única sustancia, frente a las 44 presentadas por Alemania, por citar un ejemplo. Según Dolores Romano:

«La escasa aportación española a la eliminación de los agentes más tóxicos en Europa es un reflejo de la falta de interés del gobierno español por abordar los problemas sobre la salud y el medio ambiente ocasionados por la contaminación. La falta de una política propia, junto a los recortes de personal y presupuesto dedicado a la gestión de las sustancias más peligrosas, se han traducido en inactividad, retraso e incluso bloqueo de la regulación de las sustancias peligrosas»

La necesidad de reforzar el REACH frente al TTIP

Pero a pesar de estos problemas, el REACH genera beneficios económicos y sociales. En primer lugar, desde su aprobación se ha producido un impulso de la innovación empresarial hacia sustancias químicas menos peligrosas. En segundo lugar, supone una sistema mucho más protector que el seguido en Estados Unidos, ya que la carga de la prueba sobre si una nueva sustancia puede generar algún daño recae en las empresas químicas, no en los consumidores.

La reglamentación de las sustancias químicas peligrosas, entre ellas los disruptores endocrinos (EDCs) representa un área de debate crucial en las negociaciones del TTIP. Hemos sido testigos de las enormes presiones a las que la industria química, cosmética, farmacéutica o la de pesticidas están sometiendo a las autoridades europeas para rebajar los estándares en materia de seguridad de sustancias químicas. Por esta razón es importante reforzar nuestra barrera de protección frente a sustancias químicas preocupantes, el REACH.

 

 

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