La Comisión Europea crea agujeros legales por los que se escapan contaminantes hormonales

10 May 2017

Proponer una normativa contra tóxicos para después crear «agujeros» o lagunas en esa legislación es una práctica habitual en Europa, que permite que las sustancias tóxicas se escapen de la prohibición y pongan en serio peligro la salud de la población y del medio ambiente.

Un ejemplo claro de esta estrategia de «laguna» es la regulación de los contaminantes hormonales tal y como denunciamos desde Ecologistas en acción y organizaciones como CIEL (Centro para el Derecho Internacional Ambiental).

Imagen del documental «Endocrination» de Stéphane Horel

Todo parece indicar que la semana que viene, los días 17 y 18, Europa podría volver a poner en práctica esta estrategia y dar luz verde a la última propuesta de definición de contaminantes hormonales, conocida este mismo mes de mayo.

Cabe recordar que los contaminantes hormonales, o disruptores endocrinos, son sustancias sintéticas presentes en plaguicidas, en productos de higiene y cosmética, en plásticos, en mobiliario e incluso en la ropa, que se relacionan con daños a la salud como cáncer de mama, próstata o tiroides, daños al desarrollo del cerebro infantil, pérdida de fertilidad o diabetes tipo 2, entre otros.

La semana que viene, los representantes de los Estados Miembros volverán a reunirse en el Comité ScoPAFF (Plantas, Animales, Alimentos y Piensos) para decidir sobre esta última propuesta, que se parece mucho a las presentadas en diciembre y febrero.

Por lo menos, en esta última propuesta la Comisión ha introducido dos de las demandas de las ONGs:

  • Permite una clasificación de disruptores endocrinos, entre «conocidos» y «presumibles».
  • Revisa la exención de las sustancias que permitía que no se consideraran disruptores endocrinos a aquellos plaguicidas cuyo modo de acción fuese, precisamente, alterar el sistema endocrino aunque dañasen a otras especies de la misma división. Esta exención (otro agujero legal) permitía que un pesticida diseñado para matar mosquitos que afectase al sistema hormonal de las abejas, no fuese considerado disruptor endocrino. Ahora, la propuesta exige que las sustancias con este modo de acción sólo pueden aprobarse si una evaluación de riesgos demuestra que su uso no produce efectos inaceptables en los organismos no objetivo.

Según la anterior propuesta,  un insecticida creado para matar mosquitos podría alterar el sistema endocrino del 80% de los animales vivos (los artrópodos) sin ser considerado disruptor endocrino.

A parte de estas mejoras, la nueva propuesta sigue pidiendo un nivel de prueba excesivo para considerar que una sustancia es un contaminante hormonal, que no exige a otras sustancias como a las cancerígenas por ejemplo. También permite demasiadas maneras de descalificar los efectos adversos observados en estudios en animales. Son dos formas de conseguir que muchos tóxicos se «escapen» de la definición.

Para sacar adelante esta propuesta, la Comisión necesita una mayoría cualificada de Estados Miembros y puede que el cambio político producido en Francia, habitual opositora de la propuesta, ayude a conseguir esta mayoría. España, que en un principio se opuso a la propuesta por considerarla insuficiente, ha pasado a apoyarla.

En conclusión, todo parece indicar que la semana que viene la Comisión Europea dará luz verde a una propuesta que dejará una normativa de plaguicidas ineficaz y con tantos agujeros que, en la práctica, no prohibirá casi ninguna sustancia que altere el sistema hormonal.

Esta forma de actuar de la Comisión Europea atenta directamente contra la salud y la seguridad de la población actual y de las generaciones futuras, además de afectar a nuestro medio ambiente. Debemos seguir exigiendo que los derechos de la ciudadanía se respeten por encima de los beneficios de las grandes corporaciones. 

 

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