Europa debe tener una estrategia contra los disruptores endocrinos

15 May 2018

La única forma de afrontar definitivamente el problema de salud pública y ambiental que plantean los contaminantes hormonales es desarrollar una estrategia europea que regule todas las diferentes fuentes desde las que nos exponemos a estos tóxicos.

Evitar los disruptores endocrinos no puede ser una elección personal. La Unión Europea tiene la obligación de proteger a las personas y al medio ambiente de los daños causados por los disruptores endocrinos. 

Grave problema de salud según la OMS

Los disruptores endocrinos suponen un grave problema de salud porque aumentan la probabilidad de contraer enfermedades graves y trastornos potencialmente mortales, según afirman tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS ) como la Sociedad Internacional de Endocrinología.

La bibliografía científica relaciona la exposición a disruptores endocrinos con problemas reproductivos y de fertilidad, como el descenso drástico en la tasa de esperma y distintos tipos de cáncer hormonal como el de mama y próstata. También se relaciona con trastornos neurológicos – incluidos autismo y menor coeficiente intelectual- y cambios metabólicos entre los que destacan obesidad y diabetes.

Los efectos de los contaminantes hormonales también alcanzan a la naturaleza, en donde numerosas especies silvestres sufren daños reproductivos y en su desarrollo (afectan por ejemplo a la metamorfosis), cambios en el sistema inmunitario y deformidades óseas por efecto de los contaminantes hormonales procedentes de pesticidas o plásticos, entre otros.

Hay disruptores en todas partes

Los disruptores endocrinos están en todas partes. Algunos de ellos suscitan una gran atención, como los bisfenoles (el más conocido es el Bisfenol A) que se emplean en la fabricación de botellas de plástico y en el revestimiento de latas de conserva. O los ftalatos, algunos de los cuales aún contaminan el 20% de los juguetes pese a estar prohibidos.

También alteran nuestras hormonas los 33 plaguicidas disruptores endocrinos encontrados como residuos en la comida española y los biocidas antimicrobianos que se encuentran en los productos de limpieza.

El instituto de investigación The Endocrine Disruption Exchange ha detectado más de 1.400 potenciales disruptores, mientras que la OMS menciona más de 800.

Los disruptores endocrinos contaminan nuestros cuerpos sin nuestro consentimiento ni conocimiento. Buena prueba de ello es que, en 2015, una biomonitorización llevada a cabo en Francia encontró 21 disruptores diferentes en las mujeres examinadas.

Evitar los disruptores endocrinos ya no es una elección personal

La propuesta de EDC Free

Desde  EDC FREE Europe, una agrupación de más de 70 organizaciones de salud y protección del medio ambiente, instamos al Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a publicar una estrategia contra los disruptores endocrinos antes del verano de 2018.

Ver declaración de EDC Free en español para más detalles.

EDC-Free exige una única regulación que evite la presencia de disruptores endocrinos en todos los productos cotidianos. 

Por vacíos legales y retrasos burocráticos, no existe una regulación que evite los disruptores endocrinos en productos tan habituales como cosméticos, juguetes, tejidos, muebles o envases alimentarios.

En 2017, la Comisión Europea se comprometió a lanzar una nueva estrategia integrada sobre los disruptores endocrinos, que tomaría como base los criterios para prohibir los contaminantes hormonales en plaguicidas. Según la propia Comisión, estos criterios se deberían extender a “por ejemplo, juguetes, cosméticos y envasado de productos alimentarios”. Pero la estrategia integrada fue truncada por la fuerte oposición del lobby de la industria.

Reducir nuestro coctel diario

La declaración de EDC-Free recuerda a Juncker aspectos de la toxicología de los disruptores endocrinos que son importantes para asegurar la seguridad de la población.

En primer lugar, la normativa sobre contaminantes hormonales debería obedecer a la presunción de que no hay un umbral de seguridad que se pueda establecer con certeza.

Además, a la hora de plantear la sustitución de una sustancia por otra menos dañina, se deberán tener en cuenta todas las fuentes que exponen a la población a disruptores endocrinos que generen daños semejantes.

Es demasiado habitual que la industria sustituya un disruptor endocrino conocido por el público por otros con estructura química y efectos semejantes. El mejor ejemplo es la sopa tóxica de bisfenoles que se genera cuando la industria sustituye el conocido Bisfenol A por otros menos conocidos pero igual de preocupantes, como el S o el F.

Para evitar estas sustituciones la regulación deberá realizarse sobre grupos de sustancias y no sustancias individuales.

En definitiva, ahora es el momento de pasar a la acción y crear un plan concreto, con actividades tangibles y objetivos claros, una programación temporal y un presupuesto razonable.

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