Fumigación aérea de plaguicidas en España

13 Ene 2021
fumigación aérea de plaguicidas

La fumigación aérea de plaguicidas está prohibida en Europa por su peligrosidad. Pese a ello, en 2019 las Comunidades Autónomas españolas fumigaron 3.600 kilómetros cuadrados de superficie de cultivo. Solo en Andalucía, cada año se fumiga con tóxicos una superficie equivalente a la provincia de Bizkaia.

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La fumigación aérea de plaguicidas está prohibida

La fumigación aérea de plaguicidas está prohibida por el Real Decreto 1311/2012, que establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios de la Directiva 2009/128.

Según esta Directiva, la pulverización aérea de plaguicidas «puede causar efectos negativos significativos en la salud humana y el medio ambiente, sobre todo por la deriva de la pulverización«. Por tanto, debe prohibirse de forma general, con posibles excepciones en los casos en que presente claras ventajas en términos de menor impacto en la salud humana y el medio ambiente en comparación con otros métodos de pulverización o cuando no haya ninguna alternativa viable.

Efectivamente, liberando un tóxico desde altura es imposible saber que llega a la plaga que pretende exterminar pero sin afectar a los millones de seres vivos cercanos, a las masas de agua, a las colmenas de la zona o a la propia población.

Por esta razón cada fumigación aérea debe ser entendida como algo excepcional y venir precedida de una autorización concreta de la Administración.

Las ocasiones excepcionales en que se permite la fumigación aérea recuerda a las autorizaciones excepcionales de plaguicidas prohibidos o no autorizados en Europa. Esta investigación de Ecologistas en Acción dejó claro que, en España, se han otorgado sin estar debidamente justificadas y en ocasiones, año tras año e incluso antes de que, por le fecha, pueda haberse producido ninguna plaga…

¿Pasa lo mismo con las fumigaciones aéreas?

En eso se va a basar la siguiente investigación que llevará a cabo el área de Tóxicos de Ecologistas en Acción: averiguar bajo qué condiciones se han otorgado los permisos de fumigación, para lo que ya han enviado las preguntas pertinentes a las Comunidades Autónomas.

De momento, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2019 fumigaron con medios aéreos una superficie de 360.581 hectáreas.

Solo en Andalucía, cada año se fumiga una superficie equivalente a la provincia de Bizkaia.

Estos son los datos de fumigación aérea por Comunidad Autónoma:

Ante consulta de Ecologistas en Acción, el Ministerio de Agricultura indica que no conoce qué productos se han aplicado, ya que las CCAA no se lo han comunicado.

Es difícil hacerse a la idea de lo que suponen 360.581 hectáreas, pero son 360.581 hectáreas más de las que deberían permitirse salvo que se trate de excepciones debidamente justificadas.

Pesticidas fumigados en zonas sensibles

Además, muchas de estas fumigaciones se han realizado en el entorno de zonas sensibles por su elevada biodiversidad como son Doñana, la Albufera de Valencia y el Delta del Ebro.
Uno de los cultivos con mayor fumigación aérea es el arroz. En los últimos años, se fumigaron los arrozales de Andalucía, Cataluña y Valencia con los pesticidas azoxystrobin, difenoconazole, tebuconazole y cipermetrina. Estas dos últimas sustancias son disruptores endocrinos. El tebuconazole se relaciona con la masculinización de las crías hembras y feminización de los machos. La cipermetrina mimetiza la acción de los estrógenos: existen estudios en vivo que muestran efectos en la reproducción y disrupción del desarrollo testicular en la descendencia.
Estos plaguicidas tóxicos se vierten año tras año, en entornos cercanos a lugares tan sensibles como Doñana, el Delta del Ebro y la Albufera de Valencia. La deriva por el viento puede hacer que se vean expuestas indiscriminadamente todo tipo de especies, incluido el ser humano.
Además, estos tóxicos llegan a nuestros cuerpos como pequeños residuos en los alimentos (en este caso, el arroz).
Cabe reflexionar que si los productores de arroz ecológico pueden sacar adelante sus cosechas sin utilizar estas sustancias tóxicas, no es imprescindible su uso.
Las administraciones deben analizar (y reducir) los permisos de fumigación que ponen en riesgo a los ecosistemas y a la población y ayudar a una transición hacia una agricultura sin tóxicos.  
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