Sin insectos matamos de hambre a ranas, cangrejos, peces, golondrinas o perdices. Y nos quedamos sin frutas y otros alimentos. 

En el ecuador de la Semana de alternativas a los pesticidas hablamos del abuso de insecticidas y sus consecuencias con el Dr. en Ecotoxicología y autor del famoso estudio sobre el «Insecta-Armagedón», Francisco Sánchez-Bayo.

Seman

Comenzamos la semana de alternativas a los plaguicidas con los datos del Eurostat, que sitúan a España en el primer puesto en la venta de plaguicidas en Europa. ¿A qué escenario nos lleva este abuso de plaguicidas, especialmente insecticidas?

Hablamos de ello con uno de los mayores expertos del mundo, el Doctor en Ecotoxicología Francisco Sánchez-Bayo, autor del estudio «Declive mundial de la entomofauna: revisión de sus causas«. Sus respuestas vienen recogidas en el siguiente vídeo.

Descenso en la cantidad de insectos

En 40 años el planeta ha sufrido un descenso del 58% de la biomasa de insectos. En algunos estudios, como el realizado en Alemania, el descenso fue del 75%.

Algunas especies de insectos han aumentado en las últimas décadas. Pero por desgracia, las especies que aumentan son las dañinas para la agricultura o la salud humana.

El ritmo de declive de biomasa es del 4% anual, como media. Las causas son la destrucción de sus hábitats por expansión de tierras para agricultura, urbanización o industria y el abuso de plaguicidas, principalmente insecticidas.

Abuso de los neonicotinoides

El Doctor Sánchez-Bayo hace una mención especial a un tipo concreto de insecticidas: los neonicotinoides. Algunos de estos tóxicos, prohibidos en Europa, siguen empleándose en España. Un ejemplo es el del neonicotinoide clotianidina, empleado aún hoy en el cultivo de la remolacha azucarera.

Estos insecticidas son muy peligrosos, según el Dr. Sánchez-Bayo, porque son muy eficaces, persistentes y se emplean muy ampliamente. Y además, porque son muy solubles en agua con lo que se dispersan y acaban en el polen.

Los neonicotinoides son tan peligrosos que, además de dañar a abejas y polinizadores, han ocasionado la desaparición de libélulas en determinadas zonas de Japón o de perdices en el Reino Unido, por citar algunos ejemplos.

Consecuencias económicas

El declive de los insectos afecta económicamente al ser humano.

Quizá la relación más obvia entre insectos y actividad económica se dé en el caso de los polinizadores y la agricultura. No en vano, los polinizadores silvestres (abejas, mariposas, escarabajos) son imprescindibles para obtener un 75% de nuestros alimentos. También los almendros, los cerezos o los manzanos necesitan insectos para dar sus frutos.

Pero otras relaciones son menos conocidas. En Japón, por ejemplo, toda la pesca de un lago interior desapareció por el uso de insecticidas. Los insecticidas fueron tan eficaces que eliminaron las larvas de insectos de las que se alimentaban los peces, que murieron de hambre. Algo parecido sucedió con las perdices del Reino Unido, cuyo descenso alertó a los cazadores. Tras estudiarse las causas, se detectó que fue por el empleo de insecticidas.

¿Qué plan de reducción seguir?

En primer lugar, deberían eliminarse inmediatamente los plaguicidas PBT, es decir, los persistentes, bioacumulables y tóxicos. Después sería una buena opción continuar con los neonicotinoides que son persistentes, muy tóxicos y solubles.

También deberíamos eliminar aquellos insecticidas que inhiben la formación de quitina y los que afectan al sistema hormonal ya que son muy letales para todas las especies de insectos. Y seguir, uno a uno, por cada uno de los restantes insecticidas, siempre que existan alternativas.

La solución al declive de los insectos, según Sánchez-Bayo, es la gestión adecuada de los plaguicidas: emplearlos únicamente cuando exista una plaga, nunca de forma preventiva como se está haciendo en la actualidad.

No es necesario tratar preventivamente todas las semillas y cultivos. Esto solo contamina el medio ambiente y da beneficio a la industria de plaguicidas.

Recomienda al Gobierno español una revisión de todos los productos que se están empleando. Y educar para implantar realmente el control integrado de plagas: los plaguicidas deben usarse como última opción, cuando se hayan empleado todas las soluciones posibles.

La experiencia llevada a cabo en países africanos, latinoamericanos y asiáticos demuestra que allí donde se aplica la gestión integrada de plagas se obtiene un mayor beneficio económico, el cultivo produce más y se reduce el daño al medio ambiente. ¿Por qué no intentarlo?

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